martes, 10 de abril de 2018

120 Pulsaciones por Minuto - Por Juan Pablo Donoso

En este premiado filme se trenzan dos situaciones dramáticas: 1) la reivindicación de los enfermos de SIDA contra las autoridades, y 2) una historia de amor entre dos jóvenes contagiados.

A comienzos de los 90 el SIDA ya contaba numerosas muertes en el mundo. Cuando ya existía una organización llamada ACT UP en Nueva York, surgió una equivalente en Francia. El objetivo era reclamar el derecho de los enfermos a que los gobiernos y laboratorios los atendieran como víctimas de cualquier otra enfermedad grave y mortal.

Los pacientes, por ser en su mayoría homosexuales, drogadictos o prostitutas, eran discriminados y peyorizados por la sociedad.

Asistimos a muchas reuniones del ACT UP de París, donde sus socios debatían sobre la mejor forma de reclamar sus derechos. Los políticos evadían el tema y los laboratorios invertían poco en investigar el origen y la cura del virus.

La organización optó por la vía agresiva: irrumpir violentamente en las empresas o realizar actos públicos difundiendo carteles alusivos, lanzándoles bolsas con sangre a las autoridades o tiñendo de rojo las aguas del Sena.

Era necesario crear conciencia de cualquier forma, y vimos el desarrollo del proceso.

En forma paralela surge el romance de dos muchachos del grupo, uno de ellos con VIH positivo y el otro negativo. Mientras avanza el movimiento social vemos cómo Sean (Nahual Perez Biscayart) de 19 años se va consumiendo frente a la desolación e impotencia de su amado Nathan (Arnaud Valois), algo mayor.

El filme nos sumerge en aquel mundo gay alternando asambleas, fiestas, nuevos amoríos e intimidades sexuales. El afán de los guionistas y director es interiorizarnos – sin eufemismos – en las actividades y conversaciones de esa gente. Es por ello que presenciamos momentos de intensas – y casi indiscretas – escenas explícitas de coitos homosexuales.

Más, creemos que la crudeza de aquel tratamiento se diferencia de cualquier película pornográfica; pretende demostrarnos que el amor entre esos personajes es tan necesario y sincero como si fuera de una pareja heterosexual de cualquier época. Nos acerca a lo humano y denuncia la intolerancia y los prejuicios.

Es por ello que las secuencias finales de la cinta – con la agonía y muerte de Sean – logran emocionarnos y empatizar con el dolor de su madre y sus amigos.

A nuestro parecer las escenas de asambleas y debates se prolongan y reiteran demasiado. De las 2 horas y 23 minutos pudieron seleccionar los momentos más significativos y sensibles para decir lo mismo con idéntico efecto emotivo y conceptual. Será tal vez porque el director – quien también fue editor – se engolosinó demostrando virtuosismo de compaginación. Con lo que se denuncia, y con el dolor de los personajes bastaba para entregar su mensaje.

INTELIGENTE, CRUDA, Y BIEN REALIZADA DENUNCIA CONTRA LA INTOLERANCIA Y LOS PREJUICIOS SOCIALES. 

Ficha técnica      

Título Original: 120 battements par minute BAMA (Bs.As) 
Drama social, SIDA 
Francia - 2,23 hrs. 
Fotografía: Jeanne Lapoirie Edición: Robin Campillo, Stephanie Leger, Anita Roth 
Música: Arnaud Rebotini Guionistas: Robin Campillo y Philippe Mangeot 
Actores: Nahuel Pérez Biscayart, Arnaud Valois, Adèle Haenel 
Director: Robin Campillo 
Premios: Grand Prix de Cannes 2017 y Palma Gay de Cannes 2017 2017

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