sábado, 17 de diciembre de 2016

Elle - Por Juan Pablo Donoso

Una gran maraña psíquica, torcida y perversa, que para muchos será una sátira, y para otros sólo un filme francés ingrato pero muy bien realizado. 

Paul Verhoeven (Robocop, Desafío Total, Delicias Turcas) así como es artísticamente inteligente, es igualmente morboso y nihilista en sus temáticas. Su pasión es provocar al espectador hasta donde sea resistible… o fascinante. Él mismo lo declara: “Soy gran admirador de Luis Buñuel”.

Esta película irrita a muchos y deleita a otros. Es difícil hallar términos medios.

Michel (Elle), Isabelle Huppert, soberbia jefa de una empresa de vídeo-juegos  eróticos, será posesiva con sus subalternos, desde lo sexual hasta lo humillante. “Mientras antes admitamos nuestra capacidad de perversión, menos capaces seremos de destruirnos mutuamente” (Verhoeven).

Pero, así mismo, es una mujer confundida. Y más aún cuando es víctima, en su hogar, de un salvaje violador enmascarado, al comienzo de la película. Sin denunciar al delincuente iniciará un plan de venganza y auto-protección. Aquí comienza el ángulo “policial”: descubrir quién fue el agresor, sospechando de todos los empleados de su empresa. 

Oscilará entre vengarse de quienes la atacan, como de masturbar  a otros y masturbarse  ella recordando a esos mismos  victimarios.  El único inofensivo es su joven vecino, muy católico y ejemplar padre de familia. Espiar a este paradigma de virtud también desata en ella sus prácticas secretas de onanismo. 

Predomina la frialdad emotiva.

Los personajes secundarios tampoco lo hacen mal: desde abominar a su nuevo nietecito nacido negro de padres blancos hasta desembocar en el lesbianismo. Total, mientras nadie sienta emociones, nobles o aviesas, cualquier reacción inmediata es aceptable. 

Mientras seguimos buscando la pista del violador inicial, la misma señora será víctima de dos violaciones adicionales. 

Se dice que los filmes de Verhoeven tienen humor. Bueno, si consideramos  que en medio de tres violaciones a la protagonista todos los personajes – cual más cual menos – están psicológicamente desviados y cometen una estupidez tras otra, sin duda hay humor negro. Por donde se la mire es nihilista. Se “supone” que la carencia de emociones y sentimientos otorga un nivel de distinción y mayor intelectualismo a sus personajes. (¡!)

Pero, en verdad, es sólo insensibilidad sumergida en un absoluto desconcierto existencial. Si a lo lejos se vislumbra algún valor ético, a poco andar este se derrumba y, peor aún, queda deliberadamente en ridículo. Mientras se mantengan los rostros serenos cualquier vivencia se asume con naturalidad. 

El motivo policial de la historia es sólo el pretexto para observar la forma ambigua en que reaccionan – desde la protagonista hasta los secundarios – ante lo que va ocurriendo. 

La puesta en escena, los lugares públicos, la ambientación, el ritmo, actuaciones y edición testimonian, una vez más, el alto nivel profesional del cine francés. “Trato de ser realista incluso en lo obsceno, como fueron los grandes pintores flamencos”. (Verhoeven)

Por los motivos señalados habrá espectadores que detesten la película y otros que disfruten tal desquicio de comportamientos  libidinosos, criminales, familiares e histéricos. Eso sí, siempre con gran elegancia y dignidad. ¿Habrá alguien que tome en serio este filme?
“Reconozco que me encanta choquear al público” (Verhoeven)

UN REFINADO EMBROLLO PSÍQUICO - SUPUESTAMENTE GRACIOSO - CARENTE DE VALORES  Y  DE  COMPASIÓN.

Ficha técnica

Drama, suspenso
Francia, Alemania, Bélgica
130 minutos
Fotografía: Stéphane Fontaine
Música: Anne Dudley
Guión: David Birke - Philippe Djian (basado en su novela)
Actores: Isabelle Huppert, Laurent Lafitte, Anne Consigny
Director: Paul Verhoeven

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