sábado, 21 de marzo de 2015

Big Eyes - Por Juan Pablo Donoso

Lo mágico y el talento narrativo de Tim Burton son virtudes indiscutibles en todas sus obras.

Basta ver cómo él mismo se viste y se peina para comprender que su universo creativo navega por los mares del comic, del gótico, y del kitch.

Sus historias, y el comportamiento de sus personajes, nada tienen que ver con motivaciones psicológicas, realistas ni neuróticas. Son ámbitos de fantasía donde lo que importa es el carisma directo de sus criaturas: pudiendo ser éstas perversas o de pureza angelical.
El cuento debe seducirnos, lo verosímil es prescindible. Si la historia y sus circunstancias irreales son hermosas y coherentes en su propia fórmula, nada más es necesario.

Burton es un contador de historias fantásticas e irreales. 
Es por ello que nos deleitó con EL JOVEN MANOS DE TIJERAS, HANSEL Y GRETEL (1982), BEETLEJUICE, CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE, EL GRAN PEZ, SWEENEY TODD, BATMAN, entre otras.

Sabe crear mundos de fantasía con personajes queribles y con   poética propia.

Esta vez, con BIG EYES (Ojos Grandes) incursionó en la biografía de   
una persona real y que aún vive: la pintora Margaret Keane. Tal vez la escogió justamente porque los cuadros de Keane alteran la realidad para internarse en el sentimiento cándido de sus modelos: todos sus niños tienen ojos inmensos, desproporcionados con el tamaño de sus rostros.

Burton empatizó con la pintora por esta misma distorsión de belleza formal. Y decidió contarnos el drama de su vida.

Margaret, al separarse de su primer marido y escapar a una ciudad lejana con su pequeña hija, busca trabajo como dibujante aficionada. Es pintora de feria. Y gradualmente sus retratos comienzan a revelar este detalle de los ojos grandes. Un pintor mediocre y charlatán repara en el hecho, y empieza a promoverla aprovechando su habilidad de vendedor. Ella, tímida y solitaria se enamora y desposa con él. Al poco tiempo él comienza a publicitar estas pinturas como propias; la moda los lleva a la fama, y de ahí a la prosperidad económica. 

Margaret – incógnita – sigue trabajando febrilmente. La gloria se la lleva su esposo. 

Ella, cansada de ser explotada por un  tipo sin escrúpulos, decide abandonarlo y dar a conocer su verdadera identidad.

Esto desencadena un juicio legal que será ferozmente combatido por el ex marido.

La cinta está impregnada por el carácter ingenuo y temeroso de Margaret, versus la codicia de su marido, y el testimonio de su hija que, al crecer, va descubriendo la verdad. Para ello Burton reviste los escenarios con colores rosados, celestes, amarillos, para mantenernos en el lenguaje del comic o del semi-cuento de hadas.

Es difícil, entonces, entregar la historia de una persona real envuelta en recursos de fantasía. Esto hace que el relato, siendo muy entretenido, e incluso con suspenso en el clímax, resulte desconcertante como sensación final, porque siendo los hechos verdaderos, están revestidos de irrealidad. 

Por esa carencia de motivación psicológica es que los protagonistas, o se comportan como sonámbulos (Amy Adams, Keane), o como villanos sobreactuados como el excelente actor Christoph Waltz, que sólo logra sustentar su comportamiento en la caricatura.


AMENO DRAMA BIOGRÁFICO QUE OSCILA ENTRE LO VEROSÍMIL Y  EL  TALENTO CARICATURESCO DE  SU  REALIZADOR.  

Ficha técnica

Director: Tim Burton
Guionistas: Scott Alexander, Larry Karaszewski
Actores: Amy Adams, Christoph Waltz, Krysten Ritter
Biografía – Drama
EE.UU. – Canadá – 106 minutos

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