jueves, 2 de mayo de 2013

La huésped - Por Juan Pablo Donoso


Es raro que Andrew Niccol, guionista de Truman Show y, además, director de filmes de ciencia-ficción tan sugerentes como Gattaca, haya incurrido en una obra tan pueril como ésta. Tal vez partió de una buena idea, pero en el proceso perdió la inteligencia de la historia.

El arte dramático puede volar muy lejos en la fantasía y alejarse del realismo cotidiano; sin embargo, una vez que nos inserta en su propio universo puede hacernos “creer” y empatizar con lo que están viviendo sus personajes. 

Es aquí donde falla esta cinta: desde las primeras secuencias se nota el esfuerzo por crear una realidad diferente, pero va de tumbo en tumbo, tratando de involucrarnos en su trama sin lograrlo. 
Los personajes fracasan en convencernos de la seriedad de su conflicto.  Algunos diálogos suenan hasta graciosos sin pretenderlo y, a pesar de la costosa parafernalia de efectos especiales, el conjunto nos resulta poco interesante y con secuencias prescindibles.

Los alienígenas se apoderan del cuerpo de los humanos, y como tales organizan un sociedad casi perfecta. Se caracterizan por tener los ojos de un color muy azul y fosforescente.

Sin embargo, y para mantener el perfecto equilibrio social y político, deben evitar que queden humanos auténticos sobre la Tierra; y si los encuentran deben enajenarlos para usurpar su mente.
Sólo un pequeño grupo logra escapar y esconderse en una gigantesca caverna en el desierto de Arizona. Hasta ahí llegará una muchacha que quedó “mal enajenada” y, por lo tanto, en su cuerpo dialogan la original y la “huésped”.

El resto de la historia muestra cómo tratan de ubicarla y descubrir aquella cueva donde aún quedan terrícolas incontaminados.    

La cacería adquiere el tono de las antiguas películas de matinée, incluyendo el romance doble de nuestra heroína que, como humana reencuentra a su antiguo novio en el refugio, pero que como alienígena se enamora de otro de los jovencitos fugitivos.

El guionista se encargó de darle un happy-end en que todos queden contentos. Incluso la ejecutiva alienígena más perversa y despiadada recupera su antiguo cuerpo y, por fin, vivirán felices de ahí en adelante. 

Los galancitos bellos fueron escogidos tal vez para entusiasmar al público femenino adolescente, aunque se parecen tanto unos con otros que a ratos cuesta distinguirlos. Por otra parte, los diálogos internos de la doble identidad de la heroína se confunden y resulta difícil saber cual es cuál en muchos momentos.

CIENCIA FICCION FORZADA Y, POR LO TANTO, INVEROSÍMIL DENTRO DE SU GÉNERO.

Ficha técnica

Director: Andrew Niccol
Guión: Andrew Niccol - Stephenie Meyer (novela)
Actores: Saoirse Ronan, Diane Kruger, Max Irons
125 minutos – Estados Unidos


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