jueves, 7 de junio de 2012

Prometheus de Ridley Scott


Título original: Prometheus
Distribuidor: FOX
Calificación: 14 años
Duración: 124 min
Género: Suspenso - Ciencia Ficción
Año: 2012
País: USA
Director: Ridley Scott
Elenco: Noomi Rapace, Michael Fassbender, Guy Pearce, Idris Elba, Logan Marshall-Green y Charlize Theron.

José Astorga @signiscinechile @aracnus7




La mitología griega plantea que Prometeo, hijo de los Titanes, creó a la humanidad y que luego esta se esparció por toda la tierra (Gustav Schwab, Las más bellas leyendas de la Antigüedad clásica).

Sir Ridley Scott, director de las afamadas Alien el octavo pasajero (1979) y Blade Runner (1982), da un nuevo vistazo a la leyenda de sus magistrales criaturas "xenomorfas" creadas por el suizo H. R. Giger. Sin embargo, el vistazo no es directo sobre los parásitos extraterrestres mismos, sino sobre los space jockey, seres humanoides gigantes vistos en la primera entrega de Alien como un simple fósil en el decorado de la escena y que planteaba la interrogante que abría la narración: ¿qué los habrá matado?

Prometheus (Prometeo en Latinoamérica), considerada como una precuela de Alien, promete más de lo que entrega.

Los vistosos decorados naturales del inicio del filme –parajes de España, Islandia e Inglaterra–, dan paso a la irrupción de un elemento que entrega tensión, una sombra gigantesca que avanza por estos pacíficos paisajes... Lo que pasa después es una serie de picoteos histológicos y análisis filosóficos de la vida, Dios, fe; creencias contra ciencia; empresa, vida, vida artificial... El tema central, el posible origen de los aliens que hicieron sudar la gota gorda a Sigourney weaver, se diluye tal como se disolvía el metal bajo la viscosa saliva de las criaturas y pasa a ser una serie de propuestas teóricas y un tanto forzadas sobre la creación-Creación, la fe en oposición a la incredulidad.



Los momentos de tensión que se esperan en este tipo de cinta son pocos, la magnificencia natural impresionante y el discurso constante sobre la teoría darwiniana, diluyen el suspenso que sólo se atisba en la espera de cuándo y cómo aparecerá el protagonista real, estos arquitectos de la humanidad o el codiciado prealien, y cómo pondrá en aprietos a estos humanos incautos cuyos roles quedan relegados a un segundo plano al ser simples estereotipos sin mucha profundidad psicológica, exceptuando al androide David, fan de Lawrence de Arabia e imitador del personaje encarnado por Peter O'Toole en la magistral obra de David Lean (1962), en su intento de parecerse a los humanos no porque desee ser humano, sino por simple programación, por simple ciencia, calculadora, pura y fría.


En suma, una reflexión sobre los orígenes de la vida que entrega demasiadas posibilidades a la interpretación –al ¿qué quiso decir con lo que está diciendo?–, que en esa búsqueda del creador deja de lado el núcleo de su narración, su alienígena principal, abriendo puertas para análisis filosóficos más allá de lo puramente cinematográfico y que al final transforman a su Prometheus en  una débil propuesta de la magnífica Alien de1979, sin dejar de lado, eso sí, que los arquitectos tiene un arquitecto mayor, y que, en definitiva, la ciencia tiene, necesariamente, un Creador.

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