miércoles, 24 de marzo de 2021

Lavaperros - Por Carlos Correa

Disponible en Netflix.


Don Óscar -Christian Tappán- es un narco en caída libre que repentinamente se encuentra en problemas. Su esposa está embarazada a pesar que él es estéril, está siendo vigilado de cerca por la policía a través de dos hombres que pasan por obreros en la construcción de una casa vecina y lo buscan por todo el pueblo por deudas impagas que le pueden costar su vida. Entonces, nada mejor que esconderse para capear el temporal.

Lo que no considera Don Óscar es que los secuaces que trabajan para él también están en problemas y que solo es cosa de tiempo para que claudiquen en su lealtad y lo entreguen a cambio de su propia libertad. Solo hay una oportunidad de salir ileso, o al menos con menos rasguños, y es pagando la deuda con un tesoro escondido. El problema es que aquel dinero ya no está a salvo, ha sido descubierto y provoca aún más problemas.

Esta segunda película del director colombiano Carlos Moreno se torna difícil de clasificar. Por momentos es una sátira, en otros una radiografía sin filtro, parte comedia negra y parte drama, denuncia crítica y también caricatura de una sociedad que se ve enfrentada a una creciente e inevitable decadencia.

Es que “Lavaperros” arremete con temas complejos. La droga es solo uno, tal vez lo más visible. Pero también encontramos falta de oportunidades, diferencias sociales, estigmatización, opulencia pasada y desgracia actual. Cual más cual menos, todos sus personajes están al límite, con mínimo margen de movimiento.

Ambientada en Tuluá, Valle del Cauca, Colombia, la cinta no escatima esfuerzos en mostrar una realidad que se cae a pedazos. No solo con ejemplos materiales como una mansión abandonada, piscinas sucias, paredes descuidadas, manchadas y con muros a medio construir. También presenta el deterioro social, cuesta abajo y en picada, representado por personajes sin rumbo, perdidos, que apenas sobreviven sin comprender el verdadero sentido de su propia existencia.

“Lavaperros”, cabe consignar, es un vocablo que hace referencia a quien tiene el menor rango de importancia en el negocio de narcotráfico. Y es interesante como Moreno logra una dualidad con el término, al entregarle dicho rol a Bobolitro -Ulises Gonzalez-, que es todo menos un matón y que resulta tener la mayor cantidad de hebras en la historia transformándose, con ello, en su natural hilo conductor.

Carlos Moreno consigue actuaciones honestas. La fotografía de Juan Carlos Gil, colorida y pintoresca, entrega cercanía a la cámara del director que juega con la inestabilidad y la incerteza de sus protagonistas. La película en general fluye, aunque al guion le cuesta configurar un punto final más elaborado, más acorde con el amplio desarrollo de la trama y más allá de la corta vida de algunos de sus personajes.

El dinero fácil, la mentira y las apariencias reinan en este relato de corte oscuro, donde todo va hacia abajo, sin salida, sin salvación. La caricatura crece en proporciones hasta desconfigurar la misma realidad, tal vez en un afán para mostrarla más transparente, más auténtica, más real. Allí es cuando sale a flote lo peor de la naturaleza humana, tal vez como último recurso, quizás como única opción, ante un vacío desolador que amenaza con destruir absolutamente todo.

Ficha técnica

Título original: Lavaperros
Año: 2020
Duración: 103 minutos
País: Colombia
Productora: 64-A Films
Género: Drama | Comedia negra
Guion: Carlos Moreno
Música: Gustavo Pomeranec
Fotografía: Juan Carlos Gil
Reparto: Christian Tappán, Anderson Ballesteros, John Álex Toro, Isabella Litch, Ulises Gonzalez
Dirección: Carlos Moreno

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