sábado, 14 de noviembre de 2020

The Wolfpack: lobos de Manhattan - Por José Blanco Jiménez

Documental apropiado para período de pandemia. Con abundante intertextualidad cinematográfica, describe la existencia de una familia que vivió encerrada en un departamento 14 años. Pero sin drama ni violencia: sólo una vida como cualquier otra. Puede verse en Centroartealameda.tv 


El relato es completamente verídico (que como se sabe puede superar a la fantasía) a pesar de que trae recuerdos de clásicos como Underground (de Emir Kusturica, 1995) Desde el jardín (Being There, de Hal Hasby, 1979) o la coetánea La habitación (Room, de Lenny Abrahamson, 2015).

En este ambiente de caverna platónica, ha vivido una familia constituida por un hombre de rasgos andinos, una mochilera estadounidense con la que se emparejó mientras buscaba el Camino del Inca y siete hijos (seis varones y una “niñita mujer”, como diría una siútica) nacidos en “cautiverio”. Todos tienen nombres en sánscrito.

Su pretensión era que esa “manada de lobos” (tal vez con una vaga referencia al “lobo estepario” de Herman Hesse) viviera lejos de la “civilización contaminante”, esgrimiendo el argumento del miedo al conocimiento del mundo y liberados de la presión social. Eluden también así las drogas, la filosofía y la religión. La madre obtuvo una licencia de la Junta de Educación para educar a los hijos y viven de lo que le pagan por ello.

El contacto con el mundo es la televisión y las películas en video, de las que el padre ha acumulado 5.000. La entretención principal consiste en jugar a reproducir sus relatos como mi generación lo hacía con revólveres y caballitos de juguete. Incluso, cuando deciden salir se visten como los “perros de la calle” de Quentin Tarantino (o los “Machos” de una telenovela chilena).

La cineasta Crystal Moselle debutó con esta realización y – mezclando escenas actuales (muy bien logradas las del metro y la playa) con tomas caseras – logra entregar un nuevo testimonio acerca de lo que el cine puede hacer como generador de ficciones, pero también de realidades tangibles y cotidianas.

Sólo una reflexión. Muchas personas (o, mejor, mucha gente) viven una existencia así y no han necesitado la pandemia. Son las que viven existencias ajenas a través de las noticias (verdaderas o falsas) y la comidilla del gossip. Son las que toman tecito con sopaipillas mientras ven como “la pobre gente” sufre con las inundaciones, las tormentas o los terremotos. ¡Mientras no se caiga la señal!

(The Wolfpack. USA, 2015)

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