viernes, 30 de octubre de 2020

Blade Runner 2049 - Por José Blanco Jiménez

Excelente secuela, que retoma la temática de la primera película replanteando todas sus inquietudes filosóficas y acercándonos aun más a un futuro distópico e inquietante. 


Hace algunos años dediqué varias clases de mi curso CINE Y ARQUITECTURA en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile para analizar la película Blade Runner en sus dos versiones principales (más sus variantes para video y televisión). Por ello, esperaba con ansias esta secuela, que cumple con todas mis expectativas.

Digo desde ya que no es una obra para un público masivo, como tampoco lo fue en su estreno en 1982 (con los cortes de los productores), para ser reevaluada en 1993, transformándola en un filme de culto (con la reedición de Ridley Scott).

La película actual transcurre 30 años después de la primera (falta poco para el fatídico 2019) y, además de Rick Deckart (Harrison Ford), aparece Gaff (Edward James Olmos), que – recurriendo una vez más a la papiroflexia – elabora una oveja en origami, recordando el título de la novela que dio origen a esta serie cinematográfica.

En realidad, ya poco quedaba del ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Do Androids Dream of Electric Sheep?) de Philip K. Dick cuando Hampton Fancher empezó a redactar el primer guión, cambiando sobre todo la figura de Rachael (que de “dark lady” pasó a ser una figura romántica) y reduciendo la calidad de héroe de Deckart. Ahora, definitivamente, sólo permanecen los temas existenciales y por sobre todo – el de los recuerdos implantados, que para los seres humanos está tomando cada vez más importancia por el avance avasallador del Alzheimer.

Dejando de lado la contraposición fábula/relato, que remito al juicio de los espectadores, me limitaré a efectuar algunas claves de lectura.

Se da por sabido lo que ya ocurrió y cada uno interprete los anteriores finales alternativos como le parezca. Ahora el protagonista es “K” y debe “retirar” a los pocos sobrevivientes del Programa Nexus, si es que producen problemas. Ryan Gosling equivale a Harrison Ford como Denis Villeneuve (Sicario, 2015; Arrival, 2016) equivale a Ridley Scott. Esto es, sin perder un ápice de sus respectivas brillantes intervenciones, actualizan de la mejor manera sin desentonar en momento alguno. Y saben rescatar con gusto las grabaciones de la ya clásica entrevista a Rachael en la casa de Tyrell.

Hay - ¡eso sí! – una fuerte tendencia feminista. La jefa de K es “la Señora” (Robin Wright), Joi es una “aplicación holográfica” que acompaña fielmente (la cubana Ana de Armas), Luv es la violenta contrincante de la empresa Wallace (Sylvia Hoeks), Freysa es la guía de la incipiente revolución de los replicantes (Hiam Abbass), la Dr. Anna Stelline (Carla Juri) es experta en implantes y algo más. Varios de estos personajes y el nuevo villano Niander Wallace (Jared Leto), que ahora se ocupa de la confección de androides, llevan a pensar en una futura franchise.

De los tantos mensajes intertextuales me permito citar algunos que me parecen interesantes.

Al igual que el abandonado Ben Gunn, en La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson, Deckart interpela a K diciendo: “¿No llevarás encima un trozo de queso?” y se encuentra en la situación de Orfeo cuando su presunta Eurídice le pregunta “¿Ya no me amas?”. Por su parte Joi “utiliza” el cuerpo de una replicante (Mackenzie Davis) para unirse con K, lo que me recordó a Ghost (Jerry Zucker, 1990). No está demás que señale que lo que la androide se saca de la boca y pone en la ropa de K es el chip con el que podrá encontrarlo.

Pero sobre todo está la ambientación del casino en el que vive el viejo Blade Runner. El bar recuerda el hotel de El resplandor (The Shining, 1980) de Stanley Kubrick y no creo que sea casualidad. No hay que olvidar que el peor estropicio cometido por los productores fue insertar un final feliz con la pareja que se alejaba en automóvil a través de un paisaje verde, inexistente en ese mundo contaminado en el que siempre llueve y no existen árboles. Y esas tomas aéreas pertenecían justamente a la película de Kubrick. Por otro lado, los fantasmas están reemplazados por hologramas de Elvis Presley y Marilyn Monroe. Y el jukebox Sony exhibe la figura de Frank Sinatra. También son recuerdos, que se implantan en el ser humano, con todos los glitchs que produce el desgaste natural e informático. Como una vez lo fue la lechuza, el perro puede o no ser real: lo importante es que interactúa.

Éstas son sólo algunas observaciones acerca de la mejor película estrenada en lo que va transcurrido de este año 2017.

Una última opinión. Vi las dos versiones y prefiero la subtitulada, puesto que la doblada – en algunos pasajes – induce a error de comprensión.

(Blade Runner 2049. USA, 2017)

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