sábado, 12 de septiembre de 2020

Cirqo - Por José Blanco Jiménez

Un thriller acerca de una situación histórica dramática, que – desgraciadamente – se prolonga hasta el día de hoy en Chile por obsecuencia de la élite del poder. ¡Buena película con excelente cinematografía! 


Orlando Lübbert (1945) es conocido sobre todo por su Taxi para tres (2003), pero es un buen cineasta que no ha dejado de producir.

Cirqo llega con 5 años de atraso y se presenta como un thriller, pero es un filme altamente dramático y – desgraciadamente – de actualidad, ya que plantea la temática de los detenidos desparecidos, de los absurdos asesinatos a sangre fría, de la impunidad y del recurso a la justicia por mano propia en vista de que la “legal” no se ve por ninguna parte.

Dos condenados a muerte por un grupo de la “policía secreta” logran lanzarse a un río antes de que los “ejecuten” y se salvan. Son recogidos por los miembros de un circo al que se incorporan trabajando como payasos.

No contaré la película, porque hay que verla.

Lo que me interesa es la filosofía de vida del grupo de eternos viajeros: “Fuera del circo no tienes nada”. En esa pequeña comunidad se respira un aire solidario, que no existe en un país aniquilado por el odio y la prepotencia. No es una casualidad que, durante la película, se asista a tres funerales: en Chile se desarrolla una cultura de la muerte, con su rito triste e irreversible.

La intertextualidad de la película es evidente para un cinéfilo. A partir de Federico Fellini, no tanto por Los Clowns (1971) cuanto por La strada (1956) y la secuencia final de 8 ½ (1963), con toda la poesía que derraman. Pero también El saboteador (Saboteur, 1942) de Alfred Hitchkock, se refugia en un circo. Y “Buttons”, el médico que efectuó la eutanasia a su esposa (“siempre se mata lo que más se ama”), vive disfrazado de payaso en El espectáculo más grande del mundo (The Greatest Show on Earth, 1952) de Cecil B. DeMille.

El mundo del circo pobre también ha sido visitado por Andrés Waissbluth en Un caballo llamado elefante (2016), coproducción entre Chile, Colombia y México. Y la sensación que deja a los de mi edad el espectáculo de estos artistas ambulantes es de la tristeza que produce la vida de personas que no tienen un hogar como el nuestro y que entretienen a ese público de escasos recursos por unos pocos pesos.

Merece un párrafo aparte la excelente actuación de Alejandro Trejo, como don Tirso el empresario, que transmite el mensaje de esa humanidad chilena que se ha ido perdiendo. Además de que se come su propia rabia y encauza la de los demás como catarsis y espectáculo. Es el caso del lanzador de cuchillos, que protagoniza uno de los momentos más tensos y bien logrados entre tantos otros de este Cirqo.

(Cirqo. Chile, 2013)

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