lunes, 3 de febrero de 2020

Judy - Por José Blanco Jiménez

Cuando un médico le pregunta a Judy Garland si ha tomado remedios contra la depresión, responde: “Cuatro maridos”. Tiene 46 años, va a casarse una vez más y morirá pocos meses después de sobredosis de medicamentos.

Esta película, dirigida por Rupert Goold, está basada en la pieza teatral End of the Rainbow de Peter Quilter y relata los últimos meses de su vida, sin dinero, sin contrato millonario y con el riesgo de perder la custodia de sus hijos pequeños. Su exitosa hija Liza Minnelli aparece sólo un momento.

Se puede decir que la niñita Frances Ethel Gumm, nacida en Minnesota el 10 de junio de 1922 y fallecida en Londres el 22 de junio de 1969, vendió su alma a la Metro Goldwyn Mayer y terminó pagándolo caro.

El magnate Louis B. Mayer (Richard Cordery) aparece como un ogro omnipotente delante de una frágil jovencita, que se ha transformado en un artefacto (en sentido real y etimológico) de la empresa cinematográfica. La obligaron a consumir fármacos que le impidieron crecer, le quitaron el apetito para que su figura no cambiara, le quitaron el sueño que podía encontrar sólo con somníferos. Y le generó adicción por el resto de su vida: el show business terminó por devorarla.

La película salta de 1969 a 1939 y viceversa mostrando lo que es una trampa sin salida. Su tournée por la capital inglesa pudo haber sido la salvación, pero su existencia ya estaba arruinada por los estupefacientes, el alcohol y los aires de diva.

Definitivamente, al final del arcoíris no está el secreto de la felicidad y la frase "There's no place like home" (No hay mejor lugar que el hogar) es un símbolo de su principal carencia. No tiene hogar ni una familia. El filme deja en claro que se ha casado tantas veces no por ser una “devoradora de hombres”, sino porque busca protección y compañía. La invitación de los dos admiradores homosexuales a comer un omelette tiene sabor de parábola bíblica.

Interpretación desgarradora de Renée Zellweger, texana de origen escandinavo, que interpreta también las canciones y demuestra que es muchísimo más que Bridget Jones. En esta película ella ES Judy Garland. Y su extraordinaria caracterización ya es parte de la historia del cine. También es creíble, pero eclipsada, la inglesita Darci Shaw en su versión juvenil. Y no merece ser olvidada Jessie Buckley como la manager Rosalynd Wilder, dueña de una impecable expresión facial dentro de su británica compostura.

(Judy. Gran Bretaña, 2019)

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