jueves, 17 de octubre de 2019

Luz de mi vida - Por José Blanco Jiménez

¿Qué tenía en la cabeza Casey Affleck cuando resolvió hacer esta variante de La carretera (The Road, de John Hillcoat, 2009)? Si quiso mostrar un mundo post-apocalíptico con pocas esperanzas de reproducción para la especie humana, ya lo hizo Alfonso Cuarón con Los hijos del hombre (Children of Men, 2006) y la idea de la fuga hacia la nada tratando de sobrevivir está bastante trillada.

Si lo hizo para presentar a una nueva actriz, esto es la niña Anna Pniowsky, consiguió plenamente su objetivo. Canadiense, nacida el 4 de septiembre de 2006, con pequeños roles televisivos, se revela como una gran actriz. De hecho, me recuerda una jovencita que vi hace casi 20 años en Lazos de sangre (Winter’s Bone, de Debra Granik, 1990) y que también fue para mí una revelación: Jennifer Lawrence.

El argumento es simple. No hay ruinas materiales, pero sí muchas ruinas morales. La Tierra ha sido asolada por una peste que ataca sólo a las mujeres y, como en los más obscuros tiempos medioevales, son eliminadas como perros rabiosos. Habiendo perdido a su esposa por esta enfermedad, el protagonista trata de salvar a su hija de 11 años haciéndola pasar por un niño.

El suspenso deriva de esta fuga perenne, que se enriquece por la relación de amor entre ambos: incluso dentro de la carpa parecen estar en un útero materno. Pero también da lugar a algunas reflexiones.

La primera tiene que ver con la tendencia actual al femicidio en todo el mundo, que se está expresando en una misoginia irracional. La segunda el drama del migrante, que debe ir de un lugar a otro sin poder detenerse ni echar raíces en parte alguna. Como dice la niña, debe considerarse como un viaje permanente y tal vez de placer.

Resulta claro que, si la especie humana sobrevivirá, será por el género femenino.

(Light of My Life. USA, 2019)

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