miércoles, 21 de agosto de 2019

Araña - Por José Blanco Jiménez

Hizo bien Umberto Eco en citar, al final de El nombre de la rosa, el hexámetro latino: “nomina nuda tenemus”. Esto porque, a final de cuentas, los hechos pasan y sólo quedan los nombres. Además, en nuestros tiempos, muchas cosas se olvidan o se hacen olvidar.

Araña es una película de corte internacional y hablada en castellano neutro, lo que le da mayor alcance y disfraza la condición no-chilena de algunos actores y actrices (con excepción de la protagonista adulta, que mantiene su tonada argentina). Con respecto a est@s últim@s no diré nombre alguno, porque no cuentan para los objetivos del relato: lo importante es que las interpretaciones son muy buenas y convincentes.

El cine de la República Democrática Alemana debutó con Los asesinos están entre nosotros (Die Mörder sind unter uns, de Wolfgang Staude, 1946) y trataba acerca de los nazis que seguían viviendo felices como si nada hubiese ocurrido.

En este caso, los protagonistas son miembros de Patria y Libertad, que los chilenos de la época conocieron con su símbolo de “la araña”. Era un movimiento creado para liquidar – a cualquier costo – el gobierno de Salvador Allende y cometió tropelías “en nombre de la patria” llegando al asesinato de un edecán del presidente para culpar a los grupos de extrema izquierda.

Junto al tema político, se desarrolla un triángulo pseudoamoroso, porque en realidad es un triángulo de intereses. La pareja formada por un petimetre y su esposa (jovencita soliviantada, alumna de la Universidad Católica, reina en traje de baño, que hace declaraciones discutibles) acogen en su grupo a un “flaite” violento al que ya echaron de la Fuerza Aérea por su comportamiento. Para él servirá como asesino y para ella – joven ninfa en celo (eufemismo para no usar un término más grosero) - como entretención personal (no me hablen de enamoramiento) al punto de obligarlo a ejecutar un coito en la escalera del edificio donde él vive.

Hay episodios vastamente conocidos, como el del falso sabotaje a una avioneta con la adecuada difusión de los medios. Todos los chilenos saben quién fue el creador e ideólogo de Patria y Libertad y quiénes sus jerarcas. No es necesario dar nombres. Los que vivieron esos días los reconocen en la película: para los que no, a lo Umberto Eco, esos nombres no dicen nada.

La reaparición después de más de cuatro décadas del tercer vértice del triángulo, que ha cometido un acto de “justicia social” y que termina en una clínica psiquiátrica, genera un grave problema en la pareja. Ella es una exitosa mujer de negocios, con posición de catedrática y columna en un diario (del duopolio, se entiende); él es un alcoholizado, que pasa del whisky al champagne y los medicamentos, viviendo en el miedo perenne del que puede ser víctima como alguna vez fue victimario.

Me detengo aquí no sólo porque no quiero ser un spoiler, sino porque ésta es una película que HAY QUE VER. Es una instancia de reflexión acerca del pasado y del presente, que en el relato se plantean de manera paralela. Y la verdad es que ambos son preocupantes: baste ver la secuencia final y el riesgo de que “la araña” siga agrediendo.

¡Felicitaciones, Andrés Wood!

(Araña. Chile/Argentina/Brasil)

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