miércoles, 21 de marzo de 2018

Yo, Tonya - Por Carlos Correa

Esta cinta del director Craig Gillespie está narrada con un formato que simula un documental. Y es lógico, porque “Yo, Tonya” está basada en una serie de entrevistas a los personajes reales y desde allí se origina el guion de Steven Rogers que nutre el desarrollo de la historia.

Tonya Harding -interpretada brillantemente por Margot Robbie- fue una de las grandes patinadoras sobre hielo de los años noventa. Como parte del equipo olímpico de Estados Unidos, compitió a nivel mundial con amplias expectativas que finalmente no logró superar. A pesar de ello, Tonya Harding fue primera patinadora norteamericana en completar, en el año 1991, un triple salto axel en competición, lo que ya en sí mismo es digno de reconocer y de admirar.

Tonya, en esta película, vuelve atrás en su vida y se remonta a su niñez. Su madre -punto alto la gran caracterización de Allison Janney quien ganó el Óscar 2018 por este rol de soporte- es opresiva y obsesiva. Quiere crear a una campeona. Y esto es sin matices y también sin filtro. Sus acciones modelan a su hija, tanto en lo artístico como en su personalidad. Estas estupendas actuaciones femeninas carecen de contraparte masculina, sin embargo el tono sarcástico y los toques de humor negro con los que se relata esta verdadera vida desgraciada convergen en una tragicomedia que por momentos es desvergonzada.

Tonya tiene su propia verdad y quiere contarla. Pero, ¿cuál es esa verdad? Hay contornos bien logrados y algunos siluetas de personajes que contribuyen al relato de aquello. Por varios momentos el deporte pasa a segundo plano y la variedad de tópicos presentados no se logran apreciar y entender en una primera lectura. Tal vez son demasiados. No obstante estos reparos, Robbie nos regala su mejor papel hasta el momento y su madre resulta un ser detestable, lo que habla por sí mismo del estupendo logro de la actriz.

En esta crítica feroz al mundo competitivo, las relaciones disfuncionales son pan de cada día. Vemos los sueños y frustraciones, los ideales y las odiosidades. La dependencia emocional es tan fuerte como la ácida referencia a la “familia modelo” tradicional que muchos esperaban ver en la joven deportista.

Y el sueño americano -y su natural crítica destructiva- por cierto está lejos de estar ausente. “Debe haber alguien a quien amar y alguien a quien odiar”, señala explícitamente. La vergüenza y el daño también se presentan en una cinta que no arriesga demasiado en su lenguaje visual, pero si exagera en una traducción de subtítulos muy autóctona y bien “a la chilena”.

La película se sostiene en las actuaciones y en una creación adecuada de sus entornos. El relato no trasciende y no logra transmitir a mi modo de ver su objetivo final. Surgen preguntas sin respuesta y que quedarán planteadas a futuro. Y como todo caso mediático y de gran cobertura de prensa, dura hasta que otra circunstancia acapara la opinión pública quien cambia así su foco de atención y persecución.

Ficha técnica

Título original: I, Tonya
Año: 2017
Duración: 121 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Clubhouse Pictures / LuckyChap Entertainment / Neon / 30West / Ai Film
Género: Drama. Comedia | Biográfico. Deporte. Patinaje sobre hielo. Años 90. Comedia negra
Guion: Steven Rogers
Música: Peter Nashel
Fotografía: Nicolas Karakatsanis
Reparto: Margot Robbie, Sebastian Stan, Allison Janney, Caitlin Carver, Julianne Nicholson, Bojana Novakovic, Mckenna Grace, Paul Walter Hauser, Bobby Cannavale, Renah Gallagher, Amy Fox, Ricky Russert, Jeffery Arseneau, Bobby Akers, Suehyla El-Attar, Kaleigh Brooke Clark, Catherine Dyer, Joshua Mikel, Jason Davis
Dirección: Craig Gillespie

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