martes, 8 de noviembre de 2016

Rara - Por Juan Pablo Donoso

Sólo 8 minutos antes de finalizar la película surge -¡por fin! – el probable conflicto de los personajes. Todo el relato anterior es una sucesión de pequeñas rencillas y chismes caseros, intrascendentes, que se evaporan con la misma facilidad con que surgen.
   
Hay una niñita (Julia Lübert) sufriente por razones que ignoramos, ya que la mayoría de sus angustias se diluyen al poco rato. 
   
Si las guionistas y directora, quisieron incursionar en un relato con evanescencia trágica debieron estudiar previamente a algunos de los maestros en ese tratamiento: Tarkovsky, Antonioni, Alain Renais, Margueritte Duras, y a los grandes neorrealistas italianos. Porque una cosa es dejar fluir un discurso en que – aparentemente – casi nada ocurre, pero donde la “procesión va por dentro”, y otra es acumular nimiedades prescindibles apoyándose en una situación ambigua, pero que sólo en apariencia es muy importante.
   
Tal es el caso de un par de niñitas – de 9 y 13 años – que viven bajo la tutela de su madre, quien a su vez ha rehecho su vida junto a su pareja lesbiana. Las pequeñas llevan una vida normal en ese hogar. El padre ha vuelto a casarse, es feliz en su nuevo matrimonio, y sigue comunicándose cordialmente con sus hijitas. De pronto, cerca del final de la cinta, nos enteramos que ha entablado un juicio – ¡sin motivación explícita! - contra su primera mujer para arrebatarle la custodia de sus hijas.
   
Es tal la inmadurez del guión que la mayoría de los adultos – el gentil padre (Daniel Muñoz), la abuela (Coca Guazzini), la madrastra (Sigrid Alegría), el profesor y la psicóloga, etc. – carecen del más básico objetivo dramático para desarrollar  sus personajes. Daniel Muñoz suena incómodo y errático tratando de hacer verosímiles sus textos e inflexiones, Coca Guazzini se limita a estar en escena manteniendo una actitud sólo formal, sin posible interioridad, y así los demás. Sólo las niñas, en sus pequeños diálogos cotidianos, dicen y oscilan en lo que normalmente siente una niñita real a esa edad. Por eso resultan creíbles y naturales, incluso cuando acarician a una gatita, pero ¿sobre qué situación dramática se sustentan estas trivialidades? ¿Qué tragedia latente borbotea bajo estas ligerezas cotidianas? ¿Qué está dolorosamente en juego? Nada. En ambos hogares las chicas viven cómodas y con amor. 
   
Sin duda el tema se inspira en el caso real  de la jueza Atala. Pero aquí, ¿dónde se enclava el dolor trágico de madres lesbianas, que son felices y asumidas en su condición de tales, y cuando las hijas también crecen con cariño y normalidad? ¿Quién es la “rara” aquí?????  Nadie, porque nadie siquiera las molesta.
   
Fotografía y plano-secuencias muy prolijos, y con hermosas composiciones plásticas; logrados escenarios y utilerías que transmiten excelente ambientación. El problema está en la dramaturgia.  

MINIMALISMO  NATURALISTA  MAL  ESTRUCTURADO  COMO  CONFLICTO. SÓLO  UNA  CÁSCARA  CON  TONO  DE TRAGEDIA. 

Ficha Técnica

Dilema familiar
Chile
2016
88 minutos
Fotografía: Enrique Stindt
Música: Ignacio Pérez Marín
Edición: Soledad Salfate
Guionistas: Alicia Scherson y Pepa San Martín
Actores: Julia Lübbert, Emilia Ossandon, Mariana Loyola, Agustina Muñoz, Daniel Muñoz, Coca Guazzini
Dirección: Pepa San Martín

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